Por la gracia de Dios fui salvo a los 7 años de edad en la Iglesia Bautista Central de Tahuantinsuyo, Lima. Mis padres fueron creyentes y se interesaron en que sus hijos conociéramos a Dios a tierna edad.
A los 7 años no entendí todo lo que entiendo ahora, pero entendí lo suficiente: que Dios es Santo y yo pecador, que Dios es Justo y yo estaba condenado al infierno por la eternidad, que Dios es Amor y envió a Jesucristo a morir por en mi lugar, y que Dios en Su gracia regala el perdón y la vida eterna a todo aquel que confía en Él.
Entre los 13 y 17 años me alejé del Señor, pero Dios usó a un siervo suyo, Víctor Zorrilla, para hablarme la Palabra de Dios por varias horas, varios días, varias semanas. Luego de luchar casi dos meses, me reconcilié con Dios, y Él usó al Hno. Víctor para introducirme al campo de la predicación.
Víctor Zorrilla predicaba por las calles, buses y plazas de Lima; y él me pidió acompañarle en dicha labor. A los 19 años entendí que no quería dedicarme a otra cosa que no sea predicar la bendita Palabra de Dios.
Historia Ministerial:
Desde 1987 hasta 1991 Dios me usó para pastorear la Iglesia Bautista Ebenezer de Trujillo. De 1992 a 1994 pastoreé la Iglesia Bautista Belén de Trujillo. Desde 1999 a la actualidad pastoreo la Iglesia Betel de Trujillo.
Desde 1989 sirvo en el Seminario Bautista del Perú como profesor. De 1993 hasta el 2012 Dios me usó como Director. Desde 2013 sirvo como Director de Estudios.
Familia:
Dios me dio una esposa en 1991, y bendijo nuestro hogar con cuatro hijos. Dios ha tocado también el corazón de mi hijo Daniel Isaac para servirle en el ministerio, y actualmente se está preparando para tan alto privilegio.
Educación teológica:
Me preparé en el Seminario Bautista del Perú. También, por la gracia de Dios culminé junto a otros consiervos la Maestría en Estudios Teológicos en el Seminario Bautista del Perú. Además, estoy a la mitad de los estudios en un programa de Maestría en Divinidad.
La visión de mi vida:
Mi visión es obedecer la Gran Comisión en todo su alcance: por todo el mundo, a todas las naciones, hasta lo último de la tierra.
Anhelo en el Señor que la iglesia que pastoreo, y todas las iglesias con las cuales Dios me permita contacto, obedezcan la Gran Comisión en todo su alcance.
Anhelo que en compañerismo y cooperación con iglesias hermanas de todo el mundo, cumplamos el deseo de Dios, “el cual quiere que todos los hombres sean salvos, y vengan al conocimiento de la verdad.” (1 Ti. 2.4).